Cuentan los más viejos del lugar que hace muchos, muchos años, las páginas web solían hacerse con una herramienta llamada “Frontpage”. cada vez que se necesitaba realizar un simple cambio, como modificar un número de teléfono de contacto o agregar una opción al menú, resultaba más fácil crear un nuevo sitio web en lugar de modificar el existente. Para solucionar este problema, surgieron los sistemas de gestión de contenido o CMS, los cuales permitían crear páginas web dinámicas y adaptables a las necesidades de cada cliente, simplificando los cambios cotidianos en cuestión de segundos.
Con el paso del tiempo, estos sistemas de gestión de contenido se han vuelto cada vez más populares y han evolucionado considerablemente desde su concepción inicial. En la actualidad, CMS como WordPress o Drupal no solo gestionan eficientemente los cambios en un sitio web, sino que también permiten incorporar nuevas funcionalidades de forma modular, ampliando las capacidades de nuestro sitio. Tareas como agregar una tienda online, implementar un sistema de votaciones o crear una zona exclusiva para clientes, aunque no sean triviales, pueden realizarse de manera mucho más sencilla en comparación con la programación personalizada. Pero… ¿A qué precio?
El coste que tenemos que pagar por “subirnos en hombros de gigantes” es el rendimiento… y no es porque los gestores de contenido no estén preparados para ampliarse modularmente de modo eficiente, sino porque estos módulos o plugins, en muchas ocasiones realizan más funciones de las que necesitamos o porque lo hacen de manera genérica y es necesario hacer parametrizaciones (ajustes personalizados) para que se ajusten al 100% a nuestra casuística particular.
Por supuesto, este problema no se presenta en todos los casos. Si nuestro objetivo es crear un sitio web corporativo pequeño o una tienda básica, no tendremos inconvenientes al ejecutar una serie de plugins o complementos que realizan más funciones de las necesarias. Sin embargo, si nuestro proyecto tiene mayor envergadura y queremos que pueda manejar cargas de trabajo significativas, es probable que nos encontremos en una situación complicada si no seleccionamos cuidadosamente los elementos adecuados.
Es por esto que a la hora de iniciar un proyecto es crucial analizar con detalle todas las funcionalidades que son necesarias para llevarlo a buen puerto y seleccionar con cuidado el gestor de contenido a utilizar y el conjunto de módulos o plugins a utilizar. En muchas ocasiones y sobre todo en equipos no muy experimentados en desarrollo web, se tiende a utilizar un gran número de plugins que incluso llegan a solaparse entre sí en cuando a sus funciones. Esto se convierte en un problema cuando, por ejemplo, deseamos implementar un sistema de mejora de rendimiento por almacenamiento de caché en un sitio web, ya que el hecho de que dos o más plugins implementen este sistema puede agravar aun más el problema, hasta el punto de que puede dejar la web totalmente inoperativa.
La mejor solución en estos casos, como mencionamos anteriormente, comienza por definir de manera precisa las características que necesitamos implementar. Una vez identificadas, debemos aprovechar al máximo las funcionalidades core del gestor de contenidos para implementar la mayor parte de estas características, como por ejemplo, un sistema de usuarios y permisos, e incluso adaptarlos al estándar que el CMS nos ofrece, si es posible. Solo cuando hayamos alcanzado este punto estaremos listos para identificar el conjunto mínimo de plugins o módulos que nos ayudarán a completar la funcionalidad del sitio.
Este, evidentemente no es el mejor planteamiento, que se consigue al disponer de un equipo de desarrollo especialista en CMS. Si nos encontramos en esta situación, una vez hayamos exprimido las funcionalidades principales del CMS al máximo, deberíamos valorar qué falta para completar el proyecto y decidir si completamos esas funcionalidades utilizando código de terceros o bien las desarrollamos explícitamente desde cero. Lo segundo, sería la opción más eficiente, diferencial y recomendable.
Al trabajar de este modo disfrutaremos de los “atajos” que nos brinda en el proceso de desarrollo un CMS y evitaremos todas las “trampas” a nivel de rendimiento y estabilidad que nos aportará el utilizar un número elevado de plugins en nuestro proyecto. Podremos obtener un desarrollo con casi la misma calidad y desempeño que uno hecho a medida, pero con la tranquilidad de contar un CMS por detrás que ha sido ampliamente testado y que nos aportará la mayor parte de funcionalidades que, en caso de un desarrollo tradicional, deberíamos implementar y probar para estar seguros de generar un producto de calidad.
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