La conservación del patrimonio cultural es un desafío lleno de complejidad. Por un lado, la urgencia de proteger obras y sitios históricos ante el paso del tiempo y el impacto del cambio climático; por otro, la responsabilidad de actuar con precisión, evitando intervenciones que puedan alterar la integridad de los bienes culturales. Ante este reto, soluciones como la inteligencia artificial y la digitalización han abierto un nuevo universo de posibilidades para proteger y gestionar los bienes culturales de manera más efectiva.
El Patrimonio Digital ofrece una solución innovadora para este dilema, permitiendo a los expertos anticipar el deterioro, analizar grandes volúmenes de datos sobre las condiciones ambientales y crear réplicas digitales que sobrevivirán al paso del tiempo. Estas tecnologías permiten una intervención más precisa y menos invasiva, respetando siempre la integridad cultural de cada pieza. Además, herramientas como la monitorización predictiva o la realidad aumentada no solo mejoran la conservación, sino que también abren nuevas puertas para hacer más accesible y dinámico el estudio y disfrute de nuestro legado cultural.
La conservación predictiva: anticiparse al deterioro antes de que ocurra
En el pasado, las intervenciones en bienes culturales se realizaban de manera reactiva, es decir, solo cuando ya había daños visibles. Con la llegada de tecnologías como la inteligencia artificial y la monitorización de datos en tiempo real, ahora es posible adoptar un enfoque preventivo, permitiendo detectar riesgos de deterioro antes de que estos afecten la integridad de las piezas.
Los IA es capaz de analizar grandes volúmenes de datos, monitorear las condiciones ambientales (como la temperatura, la humedad y la luz) y predecir cómo estos factores afectarán a los materiales históricos con el tiempo. De este modo, los conservadores pueden ajustar las condiciones de almacenamiento o exposición para prevenir daños, lo que prolonga la vida útil de los bienes culturales.
Existen múltiples ejemplos de esto, museos que albergan piezas o pinturas de gran valor y antigüedad en las que la inteligencia artificial puede detectar pequeños cambios que provocarían daños imperceptibles a la vista en primera instancia, pero de graves consecuencias a medio plazo. De esta forma las intervenciones para la conservación se reducen, preservando su estado original.
La digitalización del patrimonio cultural: Un nuevo enfoque para la preservación
El uso de técnicas avanzadas como el escaneo 3D, la fotogrametría de alta resolución y la creación de gemelos digitales ha revolucionado la forma en la que podemos observar, analizar y recordar en su estado actual nuestro patrimonio. Estas herramientas permiten registrar con una precisión inigualable la condición de monumentos y piezas históricas, proporcionando una representación fiel que, además de asegurar su preservación, ofrece nuevas formas de estudio e investigación.
La digitalización no solo preserva los objetos en caso de daños físicos, sino que también facilita su análisis sin manipularlos, reduciendo así el riesgo de deterioro. Al compartir estos modelos de forma global, se democratiza la cultura haciéndola más accesible, permitiendo que expertos de todo el mundo colaboren en su estudio y conservación, fomentando una interacción más inclusiva con el patrimonio.
En sitios arqueológicos, la digitalización resulta fundamental para documentar cada uno de los procesos de excavación y conseguir un registro arqueológico completo. Además con el uso de imágenes satelitales y drones permite capturar detalles de estos lugares, brindando una alternativa para salvaguardarlos frente al clima y otros peligros. Esta capacidad es un avance esencial para preservar nuestro patrimonio más vulnerable.
Realidad aumentada y virtual: nuevas experiencias para el patrimonio cultural
Las tecnologías inmersivas como la realidad aumentada (RA) y la realidad virtual (RV) han abierto un nuevo mundo de posibilidades para el acceso y la interpretación del patrimonio cultural. Estas herramientas no solo permiten preservar bienes históricos, sino que también ofrecen al público una forma única de interactuar con ellos, proporcionando experiencias que antes eran impensables.
Con la realidad aumentada, por ejemplo, es posible enriquecer la visita a un museo o un sitio arqueológico añadiendo capas de información digital sobre los objetos físicos. Un visitante puede escanear una pintura o escultura y obtener datos adicionales sobre su origen, técnicas de creación o su relevancia histórica, sin que ello afecte la integridad de la obra. Además, en lugares donde las estructuras han sufrido daños, la RA puede reconstruir virtualmente su estado original, proporcionando una visión más completa y atractiva.
Por otro lado, la realidad virtual permite que el público explore sitios culturales sin necesidad de estar presentes físicamente. Esto es especialmente valioso para monumentos ubicados en lugares de difícil acceso o en riesgo de destrucción. A través de experiencias inmersivas, es posible «caminar» por ruinas antiguas o explorar el interior de una catedral tal como era en el pasado. Esta tecnología también se está utilizando para restaurar digitalmente espacios históricos que han sido destruidos, como en el caso del Templo de Bel en Palmira, Siria, devastado en 2015 y reconstruido de manera virtual para preservar su memoria.
Estas herramientas no solo facilitan la conservación, sino que también democratizan el acceso al patrimonio, permitiendo que personas de todo el mundo interactúen y aprendan sobre su historia, independientemente de las barreras geográficas o físicas. La realidad aumentada y virtual transforman la forma en que experimentamos la cultura, abriendo puertas a un acceso más inclusivo y enriquecedor para todos.
Retos éticos y sociales en la conservación digital
El uso de tecnologías como la inteligencia artificial en la conservación plantea desafíos éticos importantes. Automatizar ciertos procesos puede conllevar el riesgo de distorsionar o simplificar el valor histórico y cultural de los bienes patrimoniales, si no se maneja con cuidado. La intervención digital debe respetar siempre la integridad y autenticidad del patrimonio, asegurando que las piezas no pierdan su esencia en el proceso de conservación.
Por otro lado, la digitalización también plantea cuestiones de equidad en el acceso al patrimonio cultural. Aunque estas tecnologías pueden democratizar el acceso, es crucial que no excluyan a comunidades que carecen de recursos tecnológicos. Es fundamental encontrar un equilibrio que permita la inclusión de diversas perspectivas y el respeto por las tradiciones locales, garantizando que el proceso de conservación digital sea tanto innovador como socialmente responsable.
La transformación digital ha llegado para revolucionar la manera en que conservamos y accedemos al patrimonio cultural. Gracias a tecnologías como la inteligencia artificial, la realidad aumentada y la digitalización, hoy es posible no solo preservar la historia, sino también compartirla de formas nunca antes vistas. Sin embargo, es esencial seguir abordando con cuidado los retos éticos y sociales que surgen, asegurando que estas innovaciones respeten y enriquezcan la integridad de nuestro legado cultural.
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