Aunque es un término muy popular y que lleva tiempo apareciendo en todo tipo de artículos, noticias y congresos, el Blockchain no ha conseguido asentarse en nuestro día a día. Aquel término tecnológico que prometía cambiarlo todo, no se ha consolidado tan rápido como se esperaba. Por ello, voy a tratar describir los que para mí son los motivos principales de que éste sea todavía considerado como una promesa.
En mi opinión, la razón principal es que se trata de una tecnología, no de un producto y por norma general, el usuario medio tiende a confundir estos términos. Debemos tener en cuenta que, para ver triunfar una tecnología, esta tiene que ser utilizada por productos o servicios de manera masiva. A lo largo de los años se han creado e intentado explotar diferentes aplicaciones. Bitcoin fue concebida como la primera aplicación real y es la más conocida pero, tras 12 años su uso no está tan extendido como cabía esperar.
Junto al Bitcoin, posteriormente aparecen otras criptomonedas como Ethereum o Monero. Estas se crean cómo nuevas divisas que suenan desconocidas para el gran público y que se tienden a relacionar con especulación, volatilidad, compras en el mercado negro, etc. En definitiva, no existe una confianza generalizada para que se extienda su uso. Dicho esto, es fundamental resaltar que se suele relacionar siempre al Blockchain con el dinero virtual, lo cual considero un error, ya que esta es solo una de las posibles aplicaciones.
Uno de los principales beneficios del Blockchain, aparte de la seguridad, es la descentralización. A priori, todo son ventajas, desaparición de intermediarios, comisiones, ahorro de costes… Estamos hablando de poder realizar actividades cotidianas de persona a persona, sin tener que confiar nuestros datos en terceros. Por ejemplo, transacciones monetarias sin intervención de bancos o firmas de contratos sin notarios. Toda acción quedaría registrada en la cadena de bloques. Esto conllevaría un profundo cambio en la sociedad, lo que nos hace formularnos preguntas como: ¿Realmente estamos preparados para este gran cambio? ¿les interesa a las grandes corporaciones estos cambios? ¿desaparecerán puestos de trabajo que hoy en día consideramos imprescindibles?
Todavía existen algunos puntos importantes que deberían definirse con más exactitud, como por ejemplo, la verificación de la información que aportan los otros usuarios en la base de datos, ya que parece complicado que todos y cada uno de los datos introducidos por los nuevos usuarios sea contrastado y verificado. Otro de los puntos vitales son los límites de la transparencia y la privacidad de esta base de datos pública, debido a que todos los datos introducidos en la cadena podrían ser visto por el resto de los usuarios. Cómo vemos, aún quedan algunas incógnitas que deberán ser respondidas con solvencia para que el uso de esta tecnología se extienda y consolide.
De manera genérica, los grandes cambios tecnológicos se implantan en sentido descendente. Desde las grandes empresas, para después ir adecuándose a los entornos más pequeños y finalmente al uso individual. Aunque es cierto que existen aplicaciones basadas en Blockchain y se están utilizando en la actualidad, aún no tenemos esa aplicación para el entorno individual que nos consiga atrapar a todos. En definitiva, el desconocimiento parcial de la tecnología, su rápido avance, la falta de aplicaciones reales, las preguntas y los puntos para los que todavía no tenemos una respuesta exacta, hacen que el Blockchain todavía sea una tecnología potencial.
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