El otro día, dejaba irse a mi cerebro con ese golpeteo incesante que dicen los sabios del mindfulness, y al que llaman por su movimiento de ideas inconexas “mono loco”. Como decía, estaba ahí con el «mono loco» y mis pensamientos saltaban entre la sensación de una usuaria al ver una imagen de una campaña de PPC (1) y darle clic y la fase inicial del ligoteo.
Dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo en marketing digital a pensar en ese momento, ¡el segundo crucial! Esa pausa en el espacio tiempo en la que cualquier usuario se queda enganchado en la imagen de nuestra campaña inmobiliaria, en un modelo de coche nuevo o en ese hombre tan atractivo que lleva un reloj, el joven al que le interesa ese curso online, o esa usuaria de RRSS (2) que se queda atrapada un instante en la imagen y clica. Pensaba en el increíble paralelismo del mundo virtual con el real y cómo se parece a conocer a alguien y sentir el flechazo. Veamos como es todo ese proceso.
Primera fase: El embellecimiento de la realidad
Ahí estamos, dispuestos/as a darlo todo. Quedamos un viernes. Tenemos ciertas expectativas aunque sabemos que el mercado es difícil porque hay mucha variedad. Aun así nos arreglamos, maquillamos y vestimos con nuestro conjunto más fashion, o el que creemos que nos queda mejor; comunicaremos cosas de un modo u otro, seguridad o ganas de agradar ¿Pintalabios muy rojo? ¿Barba de tres días? ¿Superbarba hipster? Todo ello hablará de nosotros, de nuestros gustos y avanzará cierta información valiosísima para esas personas que aún no saben lo maravillosos que somos.
En el lado del marketing, preparamos la imagen de la campaña que utilizaremos con las mismas expectativas, esperanzados de conectar con nuestro target. Nos apoyamos en el diseño que pensamos que es más acorde para esos usuarios: colores afines, estilo gráfico que les pueda enganchar y, si es necesario, fotografías de personas con las que se sientan identificadas, mirando al frente o en tres cuartos… qué edad.. mmm no sé… Tenemos dudas… mejor rondando los treinta y así abarcamos más. Pero, ¡ojo! Los de veinte no se sentirán identificados; los perderemos. Busquemos una chica –dice mi cabeza- es más fácil utilizar a una chica más joven y al final todo el mundo se verá representado en ella aunque sean más mayores. Los chicos, porque les guste, las mujeres se sentirán como ella… no sé -dice alguien-, ¿y si nos la jugamos e intentamos acertar con un chico? ¡Mucho más difícil! Seguimos adelante con la idea de la chica.
Segunda fase: El acercamiento
Ya estamos listos, hemos mejorado nuestro aspecto y estamos listos para salir a la calle. Quedamos con unos amigos y viene esa chica/chico que tanto nos gustó la otra vez. Nos esforzamos en no pensar en ello. Repasamos la vestimenta y los detalles. Intentamos recordar algún retazo de conversación de la última vez por si nos ayuda en algo. Nada, no nos viene nada. Inquietud.
Seguimos también con nuestra campaña, vamos a configurar la parte técnica del pago. Elegimos la opción que creemos más interesante, lo optimizamos para clics (3), tenemos presupuesto y confiamos que así obtendremos un mejor resultado. Revisamos el mensaje: nuestra chica es perfecta y natural, mira un poco al frente… Las usuarias se verán a sí mismas ahí. Esperamos que funcione bien. Nervios.
Tercera fase: El flechazo
Lo vemos al fondo entre nuestros amigos. Recuerdo al fin que hablamos de cine; era un frikie de las películas antiguas. Me acerco y comienzo a hablar del acorazado Potemkin (espero que no suene demasiado «cultureta» porque en realidad nunca terminé de verla). Se lo digo, ¡qué más da! Se ríe. Cuando lo hace se le forman unos hoyuelos muy «cuquis» en la comisura de los labios. Pasa el rato. Reímos, nos gustamos, se acerca, me acerco, nos miramos. Beso. Quizá lleguemos a más, no sabemos, pero ¡uahhhhh, qué alegría!
La campaña esta activa en la red social. Nuestra protagonista, la chica que representa a la marca, mira a los usuarios con su media sonrisa. El mensaje, un texto muy natural, hace que Sara Rodríguez se quede mirando el anuncio. Sus ojos conectan durante un segundo con nuestra chica sonriente, lee el texto y casi sin pensar acerca su dedo al clic. Un clic, ¡yuhuuuu!, un lead (4), quizá una conversión (5). Eso está por ver, pero nos hace sentir muy bien el trabajo bien hecho.
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(1) Campaña de PPC
Campaña de publicidad online cuyas principales ventajas son que podrás dirigirla con bastante precisión a los usuarios que son interesantes para tu empresa y sólo pagas si hacen clic en tus anuncios. No se consume el presupuesto porque alguien simplemente haya visto el anuncio de la empresa. Por otro lado, ofrece cierta seguridad ya que si la promoción acierta y gusta lo suficiente a los usuarios, harán clic en él.
(2) RRSS: Abreviatura de redes sociales
(3) Optimización para clics (Cost Per Click – CPC)
La campaña sumará su coste por clic, es decir, por cada vez que una persona hace clic en el anuncio de Facebook.
Optimización para impresiones (Cost Per Thousand – CPM)
Se calcula el coste por cada 1.000 visualizaciones de este anuncio. Tipo de optimización más interesante para difusión de una marca y cuando el presupuesto es elevado. De esta forma, conoceremos el impacto de la acción.
(4) Lead También denominado en castellano cliente potencial. Hace referencia a la persona que ha mostrado interés en la oferta de la marca, a través de una solicitud de información o acudiendo a los puntos de atención al cliente.
(5) Conversión: Se refiere a ese instante en el que el usuario hace clic y realiza la acción que hemos marcado en nuestra estrategia de marketing y que será la que nos ayude a conseguir nuestros objetivos. Esta acción podría ser desde rellenar un formulario, descargarse un documento, realizar una venta, registrarse como usuario en una newsletter, hacerse fan… Siempre y cuando esta acción sea importante para los objetivos de nuestro marketing online.
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