Frecuentemente, se asocia la nube a un modelo de pago por uso, servicios escalables, integración con servicios on-premise, etc. Sin embargo, conviene aclarar qué conceptos son gratis, cuáles tienen coste y cuánto y cómo nos los van a cobrar.
El acercamiento de los servicios de nube al entorno profesional y de negocio está teniendo dos discursos principales. Por un lado el técnico, fundamentado en la seguridad, disponibilidad, fiabilidad e inmediatez de acceso a los recursos en la nube. Y por otro, el económico, defendiendo el ahorro de costes que supone el nuevo paradigma del modelo de alquiler de tecnología (en lugar de compra).
En este post voy a centrarme en los aspectos más reales y medibles, dejando a un lado (al menos en este post) el ahorro derivado de no tener que pagar horas de montaje físico, cableado, alimentación eléctrica, refrigeración etc. Así, para los ya convencidos de arrancar servicios en la nube (por su calidad técnica y ahorro de costes), detallemos los conceptos a conocer para optimizar cada euro. Aunque puedan existir pequeñas variaciones, lo que expongo de forma genérica es aplicable comúnmente a los principales proveedores cloud: Amazon Web Services (AWS), IBM (Softlayer) y Microsoft (Azure).
El enfoque más tradicional señala que «para ahorrar lo mejor es no gastar» (cuantas veces lo habré escuchado de mis mayores), así que hablemos de los servicios en la nube que resultan gratuitos:
- Activar un contrato. Creación de usuarios y gestión de privilegios de la administración de la nube.
- Subir datos e información a la nube. Tanto los backups, tráfico de datos de subida mediante VPN.
- Ciertos servicios entre recursos alojados en el mismo proveedor.
Evidentemente estos servicios de por sí no nos proporcionan funcionalidades concretas como tal, pero no hay que olvidar que se realizan dentro de un escenario real y que no tienen coste. Parafraseando de nuevo a los mayores: “menos da una piedra”. Sin embargo, si queremos recibir algo a cambio toca rascarse el bolsillo. Traduciendo los mensajes “pay as you go” o “pay as you growth”, «paga cuando lo necesites» o «paga conforme vas creciendo» comprobamos que en última instancia es necesaria una inversión monetaria.
Como regla general, para entender cuándo hay coste, nos puede servir la frase: “Pagas sólo por el tiempo y los servicios que tengas activos”. Si desgranamos un poco más el significado de ese mantra, podemos hacer algunos ejemplos prácticos. En el siguiente esquema se pueden ver los elementos que pueden componer una solución cloud: un conjunto de usuarios para gestión, una VPN para el acceso seguro y un servidor virtual.
Sobre este esquema, veamos qué elementos y tipo de facturación se generarían (tomando como referencia Microsoft Azure).
En un entorno de trabajo 24/7, donde todos los servicios deben estar activos, es más complicado optimizar el coste ya que “pagas por los servicios y el tiempo activo”. Si nos planteamos un entorno de test o un sistema que no deba dar servicio los fines de semana o por las noches, el modelo cambia. El concepto es equiparable al de la luz de stand-by de muchos sistemas electrónicos.
Tomemos como ejemplo una máquina virtual, por ser el servicio de precio más alto en comparación con los del resto del escenario. Un servidor virtual son una serie de recursos (memoria, procesador) que elegimos al arrancar el servicio. El sistema, como al ir de compras, se contrata por tallas de la A0 a la A9. La talla siguiente suele ser el doble de anterior (como norma general).
Una vez elegidos los recursos, el resto del servidor lo pueden componer discos, al estilo del ejemplo: (imagen del servidor con las personalizaciones del S.O que hayamos hecho, otro de aplicaciones y otro de datos). El espacio en disco es de los elementos más económicos en los servicios cloud. Manteniendo estos (stand-by), podemos activar (pagar) el sistema completo a petición.
Nota: Precios basados en tarifas de Azure en modalidad Open. Máquina virtual Windows A2 (2 Cores y 3,5 GB RAM) y espacio total en disco de 450 GB con redundancia local. Basado en precios orientativos de julio 2015.
Conociendo la estructura de costes en cloud y conociendo el uso real que se le va a dar, el ahorro queda al alcance de todos nosotros y de una buena automatización de estos procesos.
Otro punto a comprender, y por lo tanto susceptible de aplicar estrategias de ahorro, es el licenciamiento de las máquinas virtuales en cloud. Principalmente hay 3 opciones:
- Contratar la máquina licenciada. Si requieres un sistema operativo Windows, bases de datos, etc., se pueden desplegar imágenes desde las bibliotecas de los proveedores que incluyan las licencias necesarias en modo alquiler. Es decir, contratamos el paquete completo.
- BYOL (Bring Your Own License). Si el planteamiento es el de traspasar un servicio desde on-premise a cloud es posible usar la licencia traspasándola a la nube (siempre que el fabricante así lo permita). No pagas por algo que ya tienes.
- Licencias en alquiler suministradas por el fabricante a través del canal autorizado, licencias SPLA a un hoster en el caso de Microsoft. De esta forma es factible traspasar el servicio entre proveedores cloud o hoster sin estar condicionados por una licencia contratada con la propia máquina virtual. Alquilas y eliges donde se ejecuta.
En definitiva, conocer los elementos de coste, sus unidades de medida para la facturación y adecuar su uso/pago a lo que precisamos mediante la automatización, incrementará (todavía más) el ahorro en soluciones cloud.
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