Oímos con frecuencia ofrecer cursos e-learning, entre cuyas ventajas nos dicen que se encuentran “en formato SCORM”. Aquellos que desconocen su significado, generalmente lo interpretan como conditio sine qua non para la puesta en marcha de acciones formativas.
Es importante conocer, por tanto, que este estándar es exclusivamente tecnológico y orientado a la capacidad de implementar funcionalmente el producto formativo en diferentes plataformas LMS. No tiene nada que ver con el diseño instructivo de contenidos o, dicho de otro modo, con su valor didáctico.
En cualquier caso, dado que en ocasiones puede ser factor determinante para abordar un proyecto e-learning, parece razonable que conozcamos a qué se refiere exactamente esto de SCORM. Muy sencillo: este término proviene del acrónimo asociado a Sharable Content Object Reference Model, que viene a decir algo así como “Modelo para compartir contenidos de referencia a objetos”.
¿Sencillo? Dudo que haya conseguido aclararlo demasiado. Voy a intentarlo de otra manera: pensemos en un portal web en el que “colgamos” texto en diferentes apartados para que el navegante lo estudie. Si solamente fuera así no dispondríamos de un control acerca de a qué apartados ha accedido, si ha avanzado por completo o no por los contenidos, si ha completado la visita, si ha superado una prueba test, etc.
Si esos contenidos que hemos “colgado”, en lugar de tratarse exclusivamente de texto, sumaran una serie de variables (booleanos, numéricas…) que recogieran un valor indicativo del estado de las acciones que realiza el usuario (las que hemos comentado antes, por ejemplo) y nuestro portal web fuera capaz de almacenarlo, entonces podríamos mostrar la evolución del alumno y conocer su comportamiento con respecto a los contenidos.
Por lo tanto será necesario almacenar los contenidos más las variables en un mismo paquete. Si fuera yo quien creara ese paquete, podría denominarlo a mi antojo y sólo sería válido en aquellos portales que fueran capaces de leer las variables que yo me he inventado. Pero vivimos en un ámbito globalizado y las soluciones incompatibles entre los diferentes entornos tecnológicos no tienen cabida.
Precisamente para facilitar la compartición de este tipo de paquetes de contenidos entre soluciones tecnológicas diferentes aparece el estándar SCORM. De este modo, es posible crear un archivo (como si fuera un *.zip, por ejemplo), en el que se almacenan los contenidos de aprendizaje, y unas variables de comportamiento del usuario que tienen una definición concreta, y que al ser implementados en plataformas LMS (preparadas para interpretar estos datos) pueden responder a los comportamientos del usuario. Así, muchas organizaciones centran sus esfuerzos en el desarrollo de productos formativos en este estándar, con el objetivo de ofrecérselos después a otras compañías que disponen de plataformas LMS compatibles con SCORM. De ahí que sea frecuente observar cómo un curso con los mismos contenidos es ofrecido por organizaciones diferentes, en plataformas distintas.
Queda claro así que SCORM no es una metodología didáctica o relacionada con el aprendizaje, sino con un estándar tecnológico en plataformas LMS.
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