Cuando dentro de mil años se estudie la historia del siglo XX-XXI, estoy convencido de que nuestra época se catalogará como la Revolución de la Información.
En el neolítico se dio la primera de las grandes revoluciones de la historia, el ser humano dejó de ser cazador/recolector y cambio su forma de vida y sus técnicas para convertirse en agricultor y ganadero y por tanto, se hizo sedentario. Todos sabemos, porque nos queda más cerca, que entre el siglo XVIII y el XIX tuvo lugar la Revolución Industrial. La producción pasó de ser artesanal a ser mecanizada y en serie. Esto tuvo dos grandes consecuencias, artículos reservados a unos pocos pasaron a estar disponibles para todo el mundo a bajo coste y la investigación de nuevas tecnologías dio al mundo los grandes inventos que hoy tenemos por cotidianos entre los medios de transporte, la robótica o la arquitectura, por poner algunos ejemplos.
No cabe duda de que hoy, la gran revolución, la que está cambiando nuestra forma de vida, nuestra forma de pensar y nuestra forma de tomar decisiones es la de la Información. Pero tenemos que tomar conciencia de algo: nos queda mucho camino por andar para que esta revolución se consolide en nuestra sociedad… podríamos decir que ahora está en ebullición. No nos preocupemos, seguramente que los primeros cultivos del hombre del neolítico se los llevaron las plagas, y los trenes a vapor sufrieron averías y accidentes frecuentes. Esta nueva revolución no va a dejar de darnos sorpresas y consolidaciones. Personalmente, como participante de proyectos TI, me siento muy orgulloso de formar parte de ella.
La revolución de la Información tiene una particularidad que la hace distinta a las anteriores, su producto es inmaterial. Es difícil de medir, es difícil de cuantificar y, muy a menudo, es difícil de valorar. La consecuencia de esto es que a día de hoy, la sociedad todavía tiene que avanzar mucho en reconocer el valor de la información y los canales por los que fluye ¿Cuánto cuesta un coche? ¿Cuánto estarías dispuesto a gastarte por un coche? Probablemente cualquier persona respondería rápidamente a esta pregunta. ¿Cuánto cuesta construir una autovía? La mayoría de personas no lo sabrán exactamente, pero todos supondrán sin ninguna duda que es una inversión cuantiosa. ¿Cuánto cuesta un software que permita recopilar todos los datos de producción de una planta industrial y los convierta en información útil para tomar decisiones de inversión? Aquí se complica el asunto, pocas personas se acercarán al precio real y me atrevería a decir que la mayoría de las suposiciones estarán muy por debajo de este precio.
La sociedad empieza a comprender que el software es una infraestructura más, un canal indispensable por el que circula la información: desde que se registra, hasta que se convierte en útil para tomar decisiones. Pero todavía queda mucho por andar. A muchos organismos públicos y empresas privadas todavía hoy les duele más invertir en un sistema gestor de base de datos que gastar el mismo dinero en remodelar sus oficinas. Soy optimista, estoy seguro de que la sociedad superará estos traumas iniciales y acabará reconociendo, de forma indiscutible, el valor de los canales de la información. Pero hay que seguir caminando.
No olvidemos que el fin último de esta revolución de la Información es proporcionar las herramientas para tomar las decisiones adecuadas. Si vemos el software como un canal de información, las soluciones de Business Intelligence (BI) componen el tramo final y decisivo, realmente son el último eslabón entre los datos y las personas que toman las decisiones. Probablemente no sea casual que una de las grandes tendencias del software de los últimos años sean estas herramientas y el más avanzado concepto de Big Data.
¿Y hacia dónde vamos ahora? Un nuevo tramo del «camino» que ya se empieza a recorrer es el de que el BI no sólo ayude a tomar decisiones, sino que proporcione la decisión correcta a otras herramientas que ejecuten las decisiones por nosotros. Esto suena a ciencia ficción, pero no hay que asustarse, sólo es el futuro.
Y ya entrando en el futuro, voy a atreverme a soñar. Uno de los padres de la ciencia ficción, Isaac Asimov, en 1951 habló por primera vez de una herramienta de Business Intelligence en su libro La Fundación. En esta maravillosa novela unos científicos llamados psicohistoriadores analizaban enormes bancos de datos para obtener comportamientos estadísticos de poblaciones extremadamente grandes de personas. Los resultados les servían para predecir con exactitud la evolución histórica de cada sociedad. Bueno, la tecnología soñada por Isaac Asimov ya está aquí, ahora sólo queda que la revolución de la Información siga su curso, que a través de las redes sociales sigamos nutriendo los sistemas de información con datos sobre nuestra sociedad y que pase suficiente tiempo para disponer de largas series estadísticas.
Desde el neolítico hasta la actualidad la técnica del cultivo no ha dejado de evolucionar y han pasado ya unos 10.000 años. Los primeros ordenadores analógicos llevan apenas 100 años entre nosotros. Esto acaba de empezar.
Artículo redactado por Pablo Gallardo
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