Ha tenido que venir una pandemia para darnos cuenta que, en muchos de los casos, estábamos ya preparados para teletrabajar y que las reuniones, consultorías, formaciones y presentaciones a clientes podíamos realizarlas perfectamente a través de videoconferencias.
En nuestro sector de centros de formación, la adaptación ha sido de un día para otro prácticamente. Más necesitados de que se produjeran los cambios normativos que nos posibilitaran continuar, que de cambios tecnológicos o pedagógicos que tuviéramos que adaptar.
Formaciones privadas que dieron el salto al aula virtual incluso el día anterior a la declaración del estado de alarma o formaciones profesionales para el empleo que, nada más salir los cambios normativos estatales o autonómicos se adaptaron al nuevo entorno, dan muestras de la preparación tecnológica de un sector muchas veces maltratado y puesto en entredicho porque unos pocos, hace una década, no hicieron las cosas bien.
Es hora de poner en valor al sector y a todos los centros de formación; basta ya de ser juzgados como parte interesada a la que sólo le interesa poder justificar subvenciones… Nadie ha tenido en cuenta que de nada hubieran servido los cambios normativos si no hubiéramos estado preparados para dar el salto con rapidez, incluso con inmediatez; ¿quién hubiera ejecutado entonces toda la formación tan necesitada para el reciclaje y cualificación de cientos de miles de personas afectados por ERTEs o EREs?.
Y hablamos de preparados no sólo tecnológicamente, sino preparados metodológicamente sabiendo interpretar el cambio en las metodologías que el entorno online en sus distintas opciones supone, y preparados también pedagógicamente, con formadores y tutores que conocen las necesidades pedagógicas de cada canal de formación.
Esta situación tiene que haber venido para quedarse; hemos aprendido y demostrado de lo que el sector es capaz de ofrecer. Pero recordemos que la situación es excepcional: “In medio virtus”.
El futuro o más bien presente, tras el estado de alarma, de la formación profesional para el empleo, pasa por combinar lo mejor del amplio bagaje de sistemas y modalidades que hemos demostrado que somos capaces de desplegar. Escuchar más a los profesionales del sector que somos los centros, donde la Administración favorezca la ejecución de estos sistemas combinados, que el centro pueda utilizar clases presenciales, contenidos asíncronos en teleformación, o formación síncrona con aula virtual, clases híbridas con asistentes presenciales y asistentes online, para realizar las clases teóricas o prácticas, tutorías, evaluaciones, masterclass,.. con apoyo si es caso de plataformas que nos permitan interactuar entre el alumnado o entre alumnos y alumnos con el cuerpo docente, intercambiar documentación, información o manuales,… según la combinación que considere óptima en el desarrollo de cada acción formativa cada centro formativo.
Nadie pondrá en duda el giro que ha vivido la formación profesional para el empleo en su modalidad de oferta en las últimas décadas. La caída de interés de los potenciales beneficiarios de la formación es una realidad; basta ver los volúmenes de ejecución y las preinscripciones en las convocatorias. Sin embargo, la necesidad de la misma es incuestionable y por tanto, lo que debemos hacer es adaptarnos a las expectativas y necesidades de los mismos. Como cualquier sector, como cualquier modelo de negocio, debemos reinventarnos constantemente con el pero en nuestro caso, que no podemos hacerlo más que en la parte privada, porque en la pública, la normativa es la que marca la posibilidad de esa imprescindible innovación.
El modelo está obsoleto en su estructura; debemos de darle flexibilidad y buscar planteamientos más atractivos que favorezcan los dos objetivos últimos del sistema: recualificar a los trabajadores y trabajadoras y mejorar la competitividad de las empresas.
No podemos haber llegado hasta aquí y encontrarnos el año que viene otra vez eligiendo una acción como presencial o de teleformación; el sistema, y sobre todo, nuestras empresas y nuestros trabajadores y trabajadoras no se lo merecen. Debemos estar a la altura y aprovechar todo lo aprendido para favorecer las modalidades combinadas que permitan innovar en los procesos de aprendizaje y estar más cerca de lo que nuestro entorno nos demanda.
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