“No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones” –Steven Covey.
EEUU, 19 de junio, 1984. Cómo cada año se celebraba el draft de la NBA previo a la temporada 1984/85. 23 equipos de la NBA seleccionaron a jugadores amateurs del baloncesto universitario y otros jugadores elegibles, incluidos internacionales. Las dos primeras elecciones del draft correspondieron a los equipos que finalizaron en la última posición la temporada anterior. Houston Rockets fue el primero en elegir jugador, Portland Trail Blazers el segundo.
Entre aquel grupo de jugadores elegibles se encontraba un joven llamado Michael Jordan, quien fue seleccionado en tercer lugar por Chicago Bulls, donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Ni los Rockets ni los Blazers eligieron a Michael, quien ganó 6 anillos de la NBA con los Bulls, batiendo infinidad de récords individuales y colectivos y siendo reconocido en distintas ocasiones cómo el mejor deportista de toda la historia.
Michael dejó unos beneficios de cientos de millones de dólares en las arcas de los Bulls de Chicago, quienes incluso a día de hoy se siguen beneficiando económicamente de aquella decisión.
¿Pudieron los Rockets o los Blazers haber acertado? ¿Tuvieron tiempo, datos y herramientas suficientes para tomar esa decisión?
La toma de decisiones en la vida cotidiana
“Todos los días tenemos un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia” -Paulo Coelho
La toma de decisiones es un hecho cotidiano y diario que se remonta al principio de los tiempos. Incluso la Biblia alude a relatos relacionados con la toma de decisiones que según la misma han cambiado el devenir de todo lo que conocemos: Adán, Eva y la manzana.
La mayoría de las decisiones las tomamos sin darnos cuenta, instintivamente. Sin embargo, las decisiones cotidianas, triviales, pueden tener, paradójicamente, el mismo efecto o parecido.
El que no arriesga…
Para tomar una decisión es necesario tener en cuenta las consecuencias. Para algunas personas, es más cómodo que otros decidan por ellos, sea cual sea el resultado.
Y es que ya lo dice el conocido refrán: ‘El que no arriesga, no gana’, “no pain, no gain”, el yin y el yang. Esta es la consideración más importante de toda decisión. El riesgo que estamos dispuestos a correr.
Por supuesto que los riesgos deben ser inteligentes, es decir, que no deben ser sólo fruto de sensaciones, sino también de la información acumulada o experiencia, personal o de terceros. Alguien impulsivo no reflexiona con profundidad sobre sus decisiones, sin embargo, alguien concienzudo pretenderá el control de todo y tendrá en cuenta hasta las mínimas variables realizando exámenes exhaustivos.
No hay decisiones perfectas, sólo existen aquellas que uno está dispuesto a afrontar, asumiendo la responsabilidad por ellas.
Personalmente suelo concluir que “nunca podemos arrepentirnos de tomar una decisión lo suficientemente meditada. De lo que si podemos arrepentirnos es de no haberla meditado lo suficiente”.
La toma de decisiones en el ámbito de las organizaciones
La información es el elemento básico y necesario a tener en cuenta para tomar la decisión en las organizaciones. En el ámbito de la vida cotidiana las decisiones se toman con una frecuencia mucho más alta basándonos en sensaciones. Sin embargo, la variable sensaciones se reduce en el ámbito de las organizaciones, las cuales basan su toma de decisiones en datos e información recopilada, minimizando de esta manera los riesgos.
De este modo podemos afirmar que la toma de decisiones es más sencilla cuanto mayor y más certera es la información de la que se dispone.
La ejecución de la elección genera nueva información que se acumula a la información ya existente para servir de base a una nueva decisión origen de una nueva acción y así sucesivamente. Esto se debe a una de las características de los sistemas, que es la retroalimentación o Feedback.
Podemos afirmar, por tanto, que el escenario perfecto que deben buscar las organizaciones es el de la toma de decisiones en condiciones de certidumbre, es decir, la acumulación de información y datos necesarios lo más certera posible, de tal manera que minimice riesgos y facilite la toma de la decisión al máximo posible para la consecución de los objetivos. Minimizando y evitando por tanto, la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre.
Las decisiones de las organizaciones afectan al desarrollo de sus procesos, sus estrategias, y a las personas que las integran.
Algunas de estas decisiones son claves para el devenir de cualquiera de estos tres factores de la organización, y pueden generar beneficios y pérdidas de mucha relevancia.
Herramientas para la toma de decisiones. ProQuo
Teniendo en cuenta ese escenario en condiciones de certidumbre que buscan las organizaciones, no es de extrañar que éstas busquen apoyo en forma de herramientas para la toma de decisiones.
Este tipo de herramientas nos brindan la oportunidad de, a través del manejo de información y datos, facilitarnos la toma de la decisión en búsqueda de la consecución del objetivo, minimizando el riesgo de equivocarnos.
Es el caso de la herramienta para la gestión y monitorización del desarrollo de los procesos, ProQuo.
ProQuo es una herramienta que facilita la toma de decisiones en las organizaciones a todos los niveles, a través de la gestión de información y datos, volcando de una manera muy visual la información que queremos extraer para que nos ayude en la toma de nuestras decisiones, para el desarrollo de la organización, maximizando de esta manera la creación del escenario de certidumbre en la toma de nuestras decisiones y ayudándonos a tomar aquellas que impulsen nuestra organización.
Finalmente llegamos a la conclusión de que el proceso de la toma de decisiones en una organización se torna en ocasiones muy complicado, y a la vez es importantísimo en su devenir y transcurso. Herramientas cómo ProQuo pueden ayudarnos mucho en este sentido.
Si quieres ayuda en el proceso de la toma de decisiones en tu organización, puedes contactar con nuestro equipo de ProQuo, Qualitas Management.
Artículo redactado por: Alberto Pescador
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