La transformación digital está cambiando nuestro mundo: cambian nuestras necesidades y cambian los productos y servicios que dan respuesta a las mismas. Los nuevos productos y servicios digitales han cambiado también nuestras vidas; en muchos casos mejorándolas. Hemos sido testigos de avances maravillosos en tecnología, en procesos o en una combinación de ambas cosas (como suele ocurrir en muchos casos). Esos avances se han producido en prácticamente todos los campos: la salud, la movilidad, la seguridad, la educación, la industria…
Las empresas se han apoyado en sus proyectos de transformación digital con múltiples objetivos en mente: repensar sus negocios y sus modelos de negocio, mejorar su cadena de valor, ser más eficientes, responder mejor a las necesidades de sus clientes (entendiendo mejor sus deseos, también), mejorar las capacidades de sus equipos y sus talentos e inteligencias, entender mejor sus resultados, optimizar la información y tomar mejores decisiones basadas en datos.
¿En qué tecnologías se apoya la digitalización?
La Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas (IoT) nos permiten desarrollar gemelos digitales (digital twins) y utilizar algoritmos para mejorar los procesos de negocio. Las soluciones de NCLC (No Code, Low Code) permiten a casi cualquier organización aprovechar las ventajas del desarrollo de aplicaciones y utilizar la automatización de procesos y tareas de gestión para liberar recursos hacia tareas con más impacto en sus clientes (la parte más importante de la empresa junto a sus personas).
La nube (cloud computing) aporta flexibilidad, agilidad, seguridad y escala a cualquier empresa que necesite un ecosistema de aplicaciones para trabajar bien dentro y conectar bien hacia fuera. En resumen, el uso de tecnología nos ha hecho avanzar como sociedad, y nuestras capacidades se han multiplicado exponencialmente.
¿Cómo podemos preparar a toda la empresa para la transformación digital?
Esa misma circunstancia exige afrontar con perspectiva lo que está por venir, en la seguridad de que la velocidad de los cambios que están esperándonos será aún mayor. La evolución de la tecnología sigue un movimiento exponencial, y es importante estar preparados para afrontarlo de forma adecuada. Lo que debe movernos a hacerlo se basa en todos los elementos positivos antes enunciados: son y serán avances para una vida mejor. Pero la velocidad da vértigo, y necesitamos estar preparados para ese viaje.
Ese viaje implica muchas cosas, y no está exento de complejidad, pero no he vivido una experiencia profesional más potente que la de embarcarse en la aventura de transformar un negocio para hacerlo crecer, para hacerlo evolucionar, para conectar mejor con los clientes, para desarrollar mejores productos y servicios. Y hacer todo eso codo con codo con equipos de personas apasionadas y con talento. Esa experiencia única merece la pena, y es importante saber qué elementos son cruciales para convertir ese viaje en un éxito.
¿Cuáles son las claves del éxito en la digitalización?
Si tuviera que decantarme por una de las principales claves del éxito de un proyecto de transformación digital, diría que es crítico que las empresas estén alineadas. Jonathon Hensley, en su libro “Allignment. Overcoming internal sabotage and digital product failure” (Emerge Interactive, Inc., 2021) hace referencia a los cuatro elementos que deben existir en los proyectos de éxito para la creación de un producto digital, que yo creo que podemos hacer extensivos a los proyectos de transformación. A saber:
- Personas alineadas (que entiendan la importancia de su aportación y sus múltiples talentos), que trabajan en…
- Equipos alineados (que comparten una visión y un propósito, y que trabajan unidos como equipos ágiles de alto rendimiento), que pertenecen a…
- Organizaciones alineadas (con una visión estratégica, un propósito, una cultura y un liderazgo decidido), que, por encima de todo…
- Están alineadas con el mercado (esto es, con las necesidades de sus clientes, a los que sirven).
Para alcanzar ese nivel de alineación es muy importante sentar las bases (foundation) de una estrategia que sea la brújula que nos permita orientar nuestras organizaciones para que todos los elementos anteriores están alineados, conectados, orientados en la dirección adecuada para avanzar hacia los objetivos de negocio.
¿Cómo analizamos nuestro punto de partida?
Ese conocimiento surge de la reflexión, de un ejercicio de autoconocimiento de la organización y del entorno en el que la organización discurre. Con perspectiva: entender el hoy y pensar en el mañana. Establecer dónde queremos ir y cómo podemos llegar hasta allí. Un ejercicio de tal magnitud necesita tiempo de calidad: es importante dedicar tiempo a pensar en cómo somos y en cómo queremos ser; también para entender qué dinámicas estamos a punto de afrontar y cuáles ya estamos navegando (a veces sin ser conscientes). Ese es el gran reto: (re)pensar la empresa, (re)pensar el negocio, (re)aprender lo que hacemos y (re)definir cómo lo haremos en el futuro. Con espíritu crítico, constructivo, disruptivo, con la mente abierta a la innovación.
Hay muchas formas de acometer esa tarea, y hay múltiples herramientas de análisis estratégico que nos ayudarán. Todas son interesantes y aportan valor. Sin ser exhaustivo, estas son algunas de las cosas que podemos hacer:
- Trabajar en entender mejor a nuestros clientes definiendo su Customer Journey, y profundizando en su Customer Persona y en su mapa de empatía.
- Trabajar en nuestras fortalezas con un análisis DAFO-CAME y desde las Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas, definir estrategias para Corregir debilidades, Afrontar amenazas, Mantener fortalezas y Explotar oportunidades.
- Trabajar en entender nuestra cadena de valor a partir de la cadena de valor de Porter (trabajando también su modelo de 5 fuerzas).
- Evolucionar nuestro análisis de la value chain hacia el diseño de Mapas de Wardley, y ser capaces de establecer estrategias que tengan en cuenta cómo desarrollar nuestras capacidades para dar respuesta a las necesidades de los clientes (incorporando el nivel de evolución en el que se encuentran las soluciones de nuestra cadena de valor).
- Podemos trabajar una matriz de Ansoff (producto-mercado) para definir estrategias de crecimiento.
- Podemos realizar un análisis PESTEL y conocer mejor nuestro entorno y las interacciones con nuestra empresa.
- Podemos usar un análisis del modelo de negocio basado en el Business Model Canvas y comprender nuestra empresa a la vez que entendemos las interrelaciones de las partes que la componen.
La experiencia me demuestra que el uso del Business Model Canvas (para luego conectarlo con cadena de valor y mapas de Wardley) es una de las formas más interesantes de aproximarse a un análisis estratégico que ayude a la dirección de una compañía a afrontar el reto antes enunciado: (re)pensar la empresa, (re)pensar el negocio, (re)aprender lo que hacemos y (re)definir cómo lo haremos en el futuro.
El Business Model Canvas permite analizar un negocio a partir de 9 secciones conectadas entre sí, que arrojan una radiografía de una empresa: Clientes, Propuesta de Valor, Canales, Relaciones, Actividades Clave, Recursos Clave, Partners, Flujo de Ingresos y Estructura de Costes. Su potencia reside en la posibilidad de poner el foco en partes concretas (para hacer zoom y profundizar en cada una de ellas) para luego conectarlas (relaciones, interacciones, dependencias…) y obtener una visión más completa que la suma de partes separadas (que, sin embargo, son útiles para el trabajo de análisis a mayor profundidad, poniendo el foco en elementos concretos de cada entorno).
Dedicaremos otro post a conocer mejor esta herramienta, pero si quieres saber más sobre como avanzar en la digitalización de tu empresa no dudes en contactar con nosotros para analizar cómo podemos ayudarte en el reto de la transformación digital.
Artículo redactado por: Manuel Gutiérrez
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