Empresas como Coca-Cola o Nestlé gastan millones en publicitar su marca cada año, aunque podríamos pensar que ya no lo necesitan. Si lo hacen es precisamente porque en este mercado saturado y cambiante, es obligatorio ser memorable y tener presencia activa. El hecho de que los más grandes sigan invirtiendo en su marca nos debería dejar aún más clara la importancia de la imagen corporativa para las pymes y los autónomos, que compiten en un mercado todavía más atestado de referencias.
En los 90 primeros segundos nos formamos tres cuartas partes de la opinión de una marca, lo cual se traduce directamente en conversión (venta) o fracaso. Una pyme tiene muy poco tiempo para alcanzar al cliente potencial ya que estamos expuestos a miles de marcas cada día y lograr dejar “huella” es cada vez más difícil. Por eso, es fundamental no dejar pasar ni una oportunidad, y eso sólo se consigue diferenciándose del resto: una buena imagen de marca es el más poderoso activo comercial de una pyme.
Una buena imagen corporativa equivale a contratar a un gran comercial
En la actual situación económica, donde hay menos consumidores dispuestos a pagar por un servicio y sin embargo, cada día hay más competencia, disponer de una buena imagen corporativa ya no es una opción ni un lujo, es una obligación, un principio de gestión empresarial. Esta imagen es uno más de los servicios que le ofrecemos al cliente, es equivalente a contratar a un gran comercial.
Paul Capriotti, especialista en identidad y comunicación corporativa, afirma que una persona se crea la imagen de una marca a través de 3 vías:
- La información presente en los medios de comunicación a su alcance: aquí hay que olvidarse de la vieja concepción de medios. Las redes sociales, a nivel mental y emocional, actúan de igual modo como fuentes de información “contrastada”
- Las relaciones interpersonales: muchos investigadores lo consideran más influyente que los medios
- La experiencia personal: fuente de información más decisiva
La inversión necesaria para alimentar estas 3 vías es menor de lo que muchos autónomos y pymes consideran. Quizá emitir un anuncio en el prime-time de la televisión nacional sea un lujo, pero con un buen logotipo, incluir una pequeña inserción publicitaria en la prensa local o del barrio, o mantener activo un perfil de empresa en redes sociales no lo es tanto, y es igualmente efectivo.
Eso sí, siempre que se haga con profesionalidad, porque para poner un anuncio que no se entienda o gestionar el perfil de empresa como si fuera el tuyo personal, es mejor no hacerlo. Si un diseñador gráfico no puede arreglarte las tuberías, tampoco pretendas que una persona sin formación específica obtenga los mismos resultados que los profesionales de un estudio creativo. El boca a boca y la satisfacción de tus clientes queda en tus manos.
Una imagen vale más que mil palabras
La imagen corporativa debe proyectar profesionalidad y le da al cliente una idea de qué esperar de una empresa. No da la misma impresión de seriedad y confianza un individuo que te dice de palabra a qué se dedica y te manda un WhatsApp con su contacto, que otro que te entrega una bonita tarjeta de visita donde están sus datos y su página web. Ni da la misma impresión una web bien diseñada, donde encuentras fácilmente lo que buscas, que otra que tarda una eternidad en cargar y no está adaptada a móviles, con las imágenes pixeladas y borrosas de una cámara casera.
Está comprobado que el cliente toma más del 80% de las decisiones basándose en la imagen, es decir, “compra con los ojos”. Actualmente, solo 2 de cada 10 pymes invierten en una buena imagen corporativa, así que este es el momento para diferenciarse de esos 8 competidores que han decidido erróneamente que la imagen no influye en su éxito comercial. En definitiva: “Haga lo que la mayoría no está haciendo para alcanzar el éxito”.
Qué hacer para generar una buena imagen
Una vez aclarada la necesidad imperiosa que tiene una pyme de tener una imagen corporativa potente y memorable, hay que plantearse cuáles son los pasos a seguir. Sin duda, el primer paso ha de ser asesorarse por un profesional. Si cuando uno se decide a lanzar un negocio, lo primero que hace es informarse bien de qué papeles presentar, dónde y cuándo, se ha de seguir el mismo proceso para lanzar una marca de empresa porque no todos somos especialistas en semiótica.
Muchos autónomos y pymes, buscando abaratar costes, usan plantillas de internet o pictos disponibles en Word, que acaban generando una imagen anodina y homogénea imposible de recordar ni interiorizar. Al final resultan en dinero tirado a la basura. Y lo que es mucho peor, oportunidades de negocio desperdiciadas.
El logo debe ser único y personal, debe transmitir los valores que la empresa desea hacer llegar a sus clientes potenciales para ejercer un efecto llamada y aumentar las ventas. Éste ha de ser sencillo y fácil de recordar: pocos colores, tipografías legibles y una correcta gestión de la psicología del color aplicada al sector de la empresa. Como por ejemplo, Coca-Cola eligió el rojo, que se asocia con la energía, la pasión, o ING eligió el naranja, asociado con la juventud y la ambición.
Aplicar con desidia la imagen corporativa puede arruinar un negocio
Una vez creada una imagen corporativa potente, es igual de importante aplicarla correctamente porque no hay algo que dé mayor impresión de falta de compromiso y profesionalidad que encontrarse un logotipo pixelado en el que no se lee bien el nombre de la empresa, o deformado, o sobre un fondo de color que lo confunde.
Una imagen corporativa profesional genera ventas
El interiorismo de un establecimiento, el vinilado del vehículo de empresa, las tarjetas de visita, facturas, sobres, pegatinas en un paquete postal, folletos o incluso la ropa de trabajo personalizada de quien está de cara al público son oportunidades de negocio valiosísimas que no hay que dejar escapar. No hay que olvidar que tener buena imagen ante el consumidor es un paso imprescindible para hacer una venta.
No existe una segunda impresión, de modo que la imagen de la empresa es crucial para la supervivencia de un negocio. Es un principio fundamental para el posicionamiento de una empresa o autónomo dentro de un mundo globalizado en el que ya no sólo tenemos que competir con el establecimiento del otro lado de la calle, sino con la tienda online asiática o el emprendedor neozelandés que funciona a golpe de clic.
Hemos de vender la diferencia, apostar por la calidad y la experiencia de usuario, y eso sólo se puede hacer de una manera: una imagen corporativa seria y profesional.
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