¿Por qué necesito un producto conectado? Es normal que surjan dudas ante la idea de invertir en estos proyectos como si el cliente lo valora o si realmente posiciona mi producto. Respondemos estas preguntas citando a Satya Nadella, CEO de Microsoft: “todas las compañías quieran o no se han convertido en empresas de software”, es decir, todos los productos son susceptibles de ser mejorados a través del software.
¿Por qué debo digitalizar mi producto?
Si un producto físico no es digital, no está terminado. Los usuarios van a utilizar de forma diferente un producto con un componente digital de uno que no lo tiene.
Para explicarlo mejor partimos de una experiencia de Michelín en 2016. ¿Por qué alguien compra ruedas? Porque quiere desplazarse con su coche. Entonces vamos a darle al cliente lo que quiere: te regalamos las ruedas y tú me pagas un céntimo por cada kilómetro recorrido.
De esta forma, Michelín daba una respuesta real a la demanda del mercado y ofrecía algo totalmente disruptivo que les permitía transformar su modelo de negocio.
La cuestión es “¿cómo doy este salto?”. Aquí entra en juego la tecnología: es necesario incorporar a esa rueda la tecnología necesaria para que mida los kilómetros, para integrar la información de los kilómetros recorridos con los sistemas de facturación automática.
Siguiendo este modelo de negocio, la experiencia de Michelín se ha ido trasladando a todo tipo de mercados.
Evolución digital de un producto
La digitalización de activos no entiende de sectores. La experiencia nos dice que todo tipo de productos pueden ser conectados, si no se quedan obsoletos.
Ver datos está muy bien, pero si lo que queremos es tener un retorno real de la inversión, lo que necesitamos es un producto conectado.
Para ello, tomamos como referencia el cuadro de evolución digital de un producto.
Para un producto no conectado, por ejemplo, una mochila, los costes de mantenimiento son altos, es decir, si se rompe, tenemos que comprar otra y podemos perder algo. Además, el usuario es el gestor de las incidencias.
Otro tipo de producto es el conectable, lo conectas a la wifi y puedes ver los datos sobre su funcionamiento. Puede conectarse bajo demanda, pero la actividad sigue siendo reactiva.
Cuando los productos están siempre conectados, la actividad pasa a ser proactiva. Ya no tenemos que esperar a ver el problema, sino que podemos intentar entender si se va a producir, aportando un gran control y mejora en el diagnóstico y el mantenimiento.
Pero no nos quedamos ahí, también podemos dotar al producto de una capacidad inteligente, esto hace que mi actividad ya no sea proactiva sino que sea predictiva. “Enseñamos” al producto a anticiparse al problema.
Si tenemos 10.000 neveras repartidas por Europa, cada una va a funcionar de manera distinta, (por ejemplo, no sabemos si los usuarios de restauración fuerzan más el producto o no). Para entenderlo, nos servimos de inteligencia de negocio, de un producto inteligente e integrado con los procesos internos y de la cadena de valor. Es decir, tenemos una gestión de los datos en tiempo real y contaremos con un modelo predictivo donde los datos están unificados y se tienen en cuenta los factores externos como el tiempo.
Y el último escalón sería el liderazgo digital del producto. Además de todo lo anterior, es capaz de automatizar su respuesta ante ciertos eventos, realiza una predicción basada en Inteligencia Artificial y está dotado de sistemas de aprendizaje automático.
Esto nos va a dar ventajas en el diseño del producto, nos basaremos en datos históricos y podemos generar gemelos digitales, reducir costes, mejorar el mantenimiento, tomar acciones predictivas y tener una clusterización en tiempo real.
Además, vamos a poder monitorizar los activos y ver de manera unificada que está pasando en ellos.
¿Qué tengo que hacer para tener un producto conectado?
Poner una tarjeta SIM para que mande datos no es tener un producto conectado. Un producto conectado es una conjunción compleja de procesos de uso, tecnológicos y de negocio. Para poder entenderla y parametrizar dicha conjunción, la tecnología tiene que estar adaptada a esos procesos, poniendo en el centro a las personas: a las que fabrican, interactúan y venden ese producto conectado. Solo de esta forma podemos llegar a construir los flujos de información necesarios.
Nos hemos encontrado muchas empresas que hacen proyectos de producto conectado y ya tienen los datos. Sin embargo, ante la situación de aplicarlo a 1.000 unidades mensuales, por ejemplo, nos dicen que hay que dar de alta manualmente los dispositivos. En este caso, la tecnología no está adaptada al proceso de negocio.
Si realmente queremos que nuestros productos alcancen el nivel de liderazgo digital tienen que estar conectados. Para ello, se van a encontrar problemas y tendrán que hacerlo de forma escalonada, con periodos de adaptación para el usuario y validando los procesos de negocio en cada una de las fases. Somos expertos en este tipo de soluciones, por lo que si estás preparado para dar este nuevo impulso a tus productos no dudes en contar con nosotros para que te acompañemos
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