Las mayores fuerzas impulsoras del cambio son, en mi opinión, la demografía y la tecnología.
Seguimos poblando cada vez más el planeta y en los últimos 20 años vemos cómo las tecnologías digitales han tenido un gran impacto en nuestras vidas, desde lo más cotidiano a la revolución de sectores económicos y creación de empleo. No creo que haya manera de imaginar los cambios que están por venir y cualquier parecido con la realidad será mera coincidencia.
¿Qué horizontes nuevos cruzaremos gracias a la tecnología? ¿Cómo nos afectará?
Teniendo en cuenta esto el único modo de prepararnos es «sacarnos el máximo partido». Me explico. Ante un futuro incierto y lleno de cambios, nuestra mejor apuesta somos nosotros mismos. Apostando por seguir formándonos, mejorando nuestras competencias y desarrollando relaciones saludables con nuestro entorno para que, de esta forma, cuando llegue el momento del cambio, nosotros podamos ser todo lo flexibles y productivos posible.
Una de las claves para desarrollarnos profesionalmente, a pesar de los cambios, es dedicarse a algo que te apasiona. Tener la habilidad y sobre todo la tenacidad de encontrar tu ‘elemento’, aquello que se te da bien y encima disfrutas haciendo. De este modo, encontrarás siempre la manera de acomodarte a los cambios y, de manera orgánica, podrás adaptar tus aptitudes a un nuevo entorno.
Hard skills y soft skills
Si hablamos de habilidades, podemos diferenciar entre dos tipos: hard skills y soft skills.
Hard skills son todas esas cosas que aprendemos en nuestra etapa de formación, todos los conocimientos adquiridos y memorizados. Son todas aquellas habilidades o competencias técnicas que hemos ido desarrollando en nuestra experiencia profesional y que nos sirven para llevar a cabo una determinada tarea.
Las soft skills harían referencia a un conjunto de rasgos de la personalidad que están relacionados con las habilidades sociales y el cociente de inteligencia emocional de cada uno: habilidades sociales como empatía, asertividad, adaptación al cambio, escucha activa, resiliencia y tolerancia a la presión. Al fin y al cabo, es un tema de actitud y de cómo reaccionamos ante los diferentes estímulos que recibimos del exterior.
Todo esto nos lleva a hacer una pequeña reflexión en torno a cómo evaluamos a las personas tradicionalmente en los procesos de selección. Principalmente nos centramos en hard skills de los candidatos, teniendo en cuenta las habilidades técnicas que le permitirán afrontar con garantías sus futuras funciones, pero no podemos obviar lo necesarias que son las soft skills en el desarrollo de su actividad. Por lo tanto, no podemos valorar a la persona de manera aislada o segmentada, ya que como diría los de la Gestalt “el todo es más que la suma de sus partes”. Por ejemplo, una persona con pocas aptitudes técnicas, pero con una gran actitud probablemente pueda sobreponerse y afrontar cualquier reto que se le plantee. Es más, a largo plazo, probablemente llegue más lejos que una persona muy brillante, es decir con muy buenas “hard skills” y que por otro lado no tenga tan desarrolladas las “soft skills”.
No obstante, para ser conscientes de quienes somos, hay que descender o atreverse a descender a las profundidades de nuestro propio ser. Así lo afirma David Lynch en su libro «Atrapa el pez dorado«, en él el director de cine compara el ejercicio de creatividad y de buscar buscar inspiración para crear sus películas o cuadros como si se tratara de pescar.
Por lo tanto, acabo animando al lector a crearse pequeños espacios de reflexión para que se genere o se dé la oportunidad a sí mismo de conocer y explorar sus aptitudes y evaluar hasta dónde podrían llevarle si las potencia, tanto a nivel personal como profesional, y cómo podemos influir positivamente en nuestro entorno.
Si quieres ampliar información sobre el tema, podéis descargaros la grabación del Webinar Desarrollo de personas a través de competencias clave donde mi compañera Manuela Yagüe, psicóloga industrial, explica cómo las organizaciones deben estar preparadas para adaptarse al cambio y saber retener el talento de sus empleados.
Autor: Unai Páramo
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